viernes, 29 de julio de 2016

Prisionero del Tiempo




La debilidad es mucha en este cuerpo que hace tiempo dejó de ser otra cosa que cárcel. Los en otro tiempo vigorosos miembros, (los cinco), no son hoy más que sombra de sí mismos y fuente de tortura y quebrantos en forma de dolores.
Sea pues la más penosa condición del hombre, más que la vejez, la decrepitud. Más si cabe cuando es solo física, quedando la mente lúcida demasiado lúcida. Añadiendo al tormento carnal la plena consciencia de lo que se fue, un hombre joven. De lo que se sigue siendo, encerrado en una celda de años que no reconoces como a ti mismo.
Deseas correr bajo la lluvia de otoño, mas tus pies no obedecen.
Deseas leer hasta la madrugada, como tantas veces, mas los cansados y nublados ojos ya no ven.
Deseas acariciar y ser acariciado, mas el objeto de tus caricias ya no está, y nadie cree que tú necesites afecto.
Sigues siendo un hombre, mas hasta el goce de mirar a una mujer joven y bonita te está vedado,  (viejo verde dirían).

Sabed, y no lo digo para haceros ningún agravio, que la vida es corta. Disfrutadla con vehemencia, mas recordad que a su final esta será también vuestra condición.
Veos reflejados en mí, para que así, quizás comprendáis que soy a vosotros un igual, solo que encarcelado por el tiempo.

Soy un niño, un joven, un hombre, mas vosotros solo veis un viejo.

1 comentario:

Carlos dijo...

El tiempo, su paso y su peso. En algún momento la experiencia de la vejez fue reverenciada y honrada… hoy nuestra sociedad la estigmatiza, la rechaza. Donde la estética prima sobre la ética las arrugas, las canas, los surcos de expresión labrados por años de emociones son menospreciados. Sin entender que tras esa piel quemada por el tiempo hay un ser en plenitud.