Somos barcos que navegan en la niebla.
Guiados por brújula rota que busca desquiciada el Norte.
Somos barcos que trazan su ruta sobre imaginarias cartas.
Dirigiendo nuestra proa hacia una isla sin nombre.
Isla por cada uno soñada, desde la infancia perdida,
isla que jamás encontraremos, porque ahora somos hombres.
De tarde en tarde en la bruma la silueta divisamos
de otro navío a la deriva, que también cree que sabe donde
dirige su singladura. Hacemos sonar nuestra sirena,
y desde la lejanía apenas por un momento la suya nos responde.
Sentimos la efímera alegría de su fugaz compañía,
pero un instante después la espesa bruma sus luces esconde.
Continuamos nuestro rumbo como hacia dónde sabiendo,
con el temor en los huesos, por si una escollera nos rompe.
Hoy es más espesa la niebla, hago sonar mi bocina:
¡Barco amigo, si estás ahí… por favor, responde!
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