lunes, 23 de abril de 2018

Mariposas nocturnas


Quienes escribimos, aún sin “ser” escritores, atesoramos las peregrinas ideas, las erráticas frases que aparecen en nuestra mente. Surgidas no se sabe de dónde, urgidas por no sabemos qué. Musas, dirán algunos, mente inquieta, dirán otros, alma que bulle y se desborda diría yo más bien. Hubo un tiempo en que el revoloteo de ellas, de estas palabras inconexas, me aturdía. Trataba de fijarlas en la memoria y de ella huían  allá de donde vinieron. Preferían para sus vuelos las horas de silencio, de quieta armonía, la noche les gustaba, en ella se movían y se posaban aleteando en mi cabeza. Buscaban una luz distinta a la del sol, una luz cálida pero no ardiente. Una luz las atraía.
Eran mariposas nocturnas, (no polillas, incómodos y dañinos seres), mariposas nocturnas que en la naturaleza son las más numerosas, cinco veces más numerosas que las diurnas (a las cuales todo el mundo puede ver). Pero, y este es un pero lamentable, su belleza se mueve en la penumbra, sus alas reflejan solo la luz de Selene, cuando los hombres duermen. Así que su hermosura no es apreciada, su aleteo no es causa de alegría de la mayoría… pero, y este es un pero gozoso, son de unos pocos el placer. De los lunáticos, de los selenitas, de los noctámbulos insomnes, de los poetas.
Con el tiempo aprendí a recrearme en ellas, y con mis libretas de campo, como buen naturalista, fui dejando constancia de su belleza. Atrapando con mi lápiz su mensaje. Y un día, como todas las cosas simples en las que radica la belleza más pura, esparcidos mis cuadernos sobre la mesa, las vi, hermosas, imperecederas, con sus alas abiertas mostrando los colores de  las palabras que las adornaban. Ellas nunca estarán clavadas por alfileres en un expositor, no atraen la mirada del gran público, de las masas. Y, en el fondo, esa es su suerte. La suerte de ser apreciadas por unos pocos, unos pocos que aman verlas volar.
La noche está habitada por estos seres frágiles, etéreos casi. Basta con encender una luz, una luz interna, una luz sensible y a veces titilante… y ellas acudirán.