martes, 29 de marzo de 2016

Quemar las Naves

 



“Quemar las naves”… grandeza o desesperanza.

Usamos la expresión “quemar las naves” dando a entender que una situación no tiene retorno posible, que hay que seguir porque no podemos volver atrás.
Como muchas de nuestras frases hechas, esta tiene posiblemente su origen en un hecho histórico. Sobre el siglo III a.C. Alejandro Magno desembarcó en las cosas de Fenicia, ante un enemigo que triplicaba en número a sus fuerzas. Inmediatamente mandó quemar sus naves como parte de su estrategia que resumió más o menos así:

“Observad cómo se queman los barcos... Esa es la única razón por la que debemos vencer, ya que si no ganamos, no podremos volver a nuestros hogares y ninguno de nosotros podrá reunirse con su familia nuevamente, ni podrá abandonar esta tierra que hoy despreciamos. Debemos salir victoriosos en esta batalla, ya que solo hay un camino de vuelta y es por el mar. “Caballeros, cuando regresemos a casa lo haremos de la única forma posible, en los barcos de nuestros enemigos”.

Hasta aquí la historia y el origen de la frase. Ahora, reflexiono sobre las veces que en mi vida he “quemado mis naves”, (varias), y me doy cuenta de que no siempre fue por un acto de grandeza como Alejandro, sino por el contrario, por un acto de desesperación como el de sus soldados. Ellos se vieron en una situación impuesta, en la que les iba la vida, y en esa tesitura lucharon contra fuerzas muy superiores, de hecho vencieron.
Sea que las quemes tú, o sea que te las quemen el resultado es el mismo… solo se puede avanzar. Cuando no puedes dar un paso atrás, cuando a tu espalda solo sientes el calor de tus barcos ardiendo solo tienes dos alternativas, caer sobre tus rodillas y llorar mientras el enemigo te destruye o avanzar buscando no tanto la victoria como la esperanza.
Estas batallas a vida o muerte siempre causan bajas, cortan, hieren, mutilan partes de ti mismo. Nunca eres el mismo después de ellas, pero lo que queda de ti, lo que consigue volver a “casa” en los barcos del enemigo, es más liviano y a la vez más sólido. Eres tú, pero otro tú. En mi caso así lo he experimentado, sigo adelante, y animo a que cada uno, sea cual sea su circunstancia, por dura que sea su prueba avance y luche… venzamos o no.

No hay vuelta atrás.